Dorís y Raúl
Doris y Raúl
Una de las cosas más bonitas de esta profesión es conocer a parejas tan enamoradas como Doris y Raúl. No hace falta decir que, a pesar de tener un trabajo con el que siempre soñé, también hay días complicados y difíciles de llevar. Sin embargo, trabajar con parejas como la que hoy presentó en el blog es siempre un chute de positividad y energía.
Ellos fueron los ganadores de uno de los últimos sorteos que realicé en mi perfil de Instagram (puedes visitarlo haciendo clic en este enlace). La implicación, las ganas y la pasión de Raúl me impactaron desde el minuto uno. Cuando les comuniqué que habían ganado la sesión, ambos se pusieron totalmente a mi disposición y confiaron plenamente en mí.
Total disponibilidad
Honestamente, creo que este es un de mis trabajos favoritos en los últimos meses. Fue una de esas tardes en las que todo va de cara. La pareja y el fotógrafo trabajamos como un equipo, unidos, con las ideas claras y en la misma dirección.
Pero una sesión con un resultado bonito comienza mucho antes del día marcado. Antes del día “D” hay una serie de asuntos a abordar, como la ubicación, la ropa, el estilismo, etc. Todo el trabajo previo es fundamental para que nada quede al azar y el resultado sea el imaginado por ambas partes.
La preparación
Así que, lo primero que hay que considerar, es que pareja y fotógrafo tengan las mismas fotos en mente. Como he dicho en muchas ocasiones, todos los fotógrafos somos diferentes. Ni mejores ni peores, simplemente distintos. El estilo de cada uno varía y la forma de entender una sesión de pareja es diferente. Con Doris y Raúl se produjo esa alineación de ideas.
Lo primero que les propuse fue escapar de sitios típicos y tradicionales. Obviamente, no tengo nada en contra de trabajar en lugares bonitos o destacados de la ciudad, pero también entiendo que es muy importante buscar rincones diferentes para hacer cosas menos manidas. De vez en cuando, salirse del guion es la clave para crecer y evolucionar.
Los Monegros
En consecuencia, pensé en un sitio por el que siento especial devoción, pero que, a simple vista, nadie diría que es especialmente bonito. Aragón tiene un gran desierto, Los Monegros, en el que ya había estado en alguna ocasión, pero nunca había realizado allí una sesión de pareja.
Por eso, una vez elegido el sitio, planteé a Doris y Raúl la idea de jugar con una indumentaria especial. Veía el desierto como un espacio neutro, un folio casi blanco en el que hay muy, muy pocas distracciones visuales. Esa simpleza traté de llevarla a la ropa, por lo que huimos por completo de colores vivos. Apostamos por los dos extremos, blanco y negro, con la idea de crear dos partes bien diferenciadas de la sesión. A decir verdad, hoy en día sigo sin tener muy claro si me gusta más el resultado con el cambio de ropa en blanco o en negro.
Muy enamorados
Trabajar con Doris y Raúl fue lo más sencillo que se pueda imaginar. Ellos están profundamente enamorados, por lo que solo hubo que dejar fluir el tiempo y dejar que se expresaran como sintieran. Fue una de esas sesiones en las que mi intervención es mínima, ya que, como suelo decir, solo puedo estropear la química entre la pareja.
Con la parte del desierto ya concluida, conducimos de vuelta a Zaragoza, buscando un espacio abierto en el que poder hacer un tramo final anocheciendo. También tengo que reconocer que ese día estuvo todo de cara, desde la temperatura hasta la luz. Como podéis ver en el resumen fotográfico, la puesta de sol fue bestial.
Hasta aquí el resumen de la sesión con Doris y Raúl. Como no, hoy quiero agradecerles su increíble disposición, su absoluta confianza y la total colaboración. Hicisteis de esta sesión algo muy, muy especial.
¡Sed muy felices!
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Galería de imágenes
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