Las fotos de invitados en una boda

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Las fotos de invitados en una boda

 

Hoy os presentamos una entrada con una de las preguntas estrella: las fotos de invitados. Si volvemos la vista atrás no recordamos una pareja que no nos haya preguntado sobre ellas. ¿Hay que hacerlas? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cómo hacerlo más ligero? Es cierto: las fotos de invitados son una de las cosas que más pueden llegar a preocupar a una pareja a la hora de visionar su gran día.

Vamos a partir de la base de que nos consideramos unos firmes defensores de ellas, y no porque vayamos a vender las fotos como antaño se hacía en el restaurante. Somos unos defensores de ellas porque entendemos que son importantes, necesarias, y ya no solo para los invitados. Creemos que es bonito guardar un recuerdo con aquellas personas que os han acompañado en un día tan singular. Pero esto tampoco significa que tengan que ser una tortura, y mucho menos que tengan que ser serias o aburridas.

 

Una decisión de la pareja

 

Empezaremos por hablar de si hay que hacerlas o no. Como no puede ser de otro modo, nosotros dejamos esta decisión en manos de las parejas. Ellas son las únicas capacitadas para decidir si quieren o no hacer fotos de invitados. En este aspecto no hay fisuras: vosotros mandáis. La experiencia es que, incluso quien no quería hacerse fotos, termina haciéndolas. Bien por presión, bien porque en ese momento sí les apetece, podemos contar con los dedos de una mano las bodas que hemos cerrado sin hacer retratos de familia. Si vosotros ya tenéis claro que no vais a pasar por el trance, podéis ir hasta el último párrafo. Si queréis saber cómo hacerlo más llevadero deberéis leer toda la entrada.

Porque la segunda pregunta es cuándo. Esta pregunta gana más sentido cuando la boda es de Iglesia, ya que se puede optar por hacer las fotos a la salida de la ceremonia o bien por hacerlas a la llegada al restaurante o finca. Seguramente, antaño se hacían en la puerta de la Iglesia (además de por el recuerdo y la estética), porque al llegar al restaurante ya no había cóctel y se entraba directamente al salón. De ese modo también se daba tiempo a que el fotógrafo fuese al laboratorio a imprimir las fotos.

Hoy en día esos dos factores se han esfumado de las bodas, por lo que ya no tenemos la obligación ni la necesidad de hacer las fotos a la salida de la ceremonia. Por norma general, la luz puede jugar una mala pasada cuando salimos de la Iglesia. En manos del fotógrafo queda adaptar las condiciones de luz y buscar un sitio en el que os veáis bien, sin achinar los ojos ni estar en un sitio feo. Si la boda es de finca la situación cambia mucho, ya que las fotos serán, por fuerza, dentro del propio recinto.

 

El momento idóneo

 

La pregunta cuándo es más fácil de contestar. Existen dos opciones: nada más terminar la ceremonia o cuando el cóctel ya ha comenzado. El primer caso es perfecto para los que no quieren perderse ni un minuto del cóctel y no quieren hacerse retratos de pareja el mismo día de la boda. (Para eso está la postboda, pincha aquí para saber más sobre ella). En estas bodas, se acaba la ceremonia y tras los besos, abrazos y felicitaciones comenzamos con los retratos de familia. Da igual si es en finca o Iglesia, solo cambia el escenario. Es complicado, aunque se ha dado el caso, de disponer de tiempo suficiente para hacer fotos de pareja y de invitados antes del cóctel.

Por el contrario, si optamos por hacer las fotos cuando comienza el cóctel, la pareja se coloca en un lugar adecuado y los invitados van pasando mientras se van sirviendo los aperitivos. Esta opción es peligrosa para bodas grandes y nada adecuada para los novios que quieren disfrutar del cóctel.

Hay alternativas, aunque nosotros no las hemos explorado muchas veces. En alguna ocasión los novios nos han pedido hacer las fotos mientras van paseando por el cóctel, de una forma más desenfadada, mientras se van parando con la gente. Es indiscutible que salen fotos mucho más diferentes y divertidas. Menos formales. La opción de hacer las fotos después o durante la cena la desaconsejamos totalmente. Las caras ya no suelen estar para muchas fotos posadas.

 

Un orden establecido

 

Responder al cómo ya es un poco más complicado. Aquí va a depender de la personalidad de la pareja. La organización previa de las fotos es una buena opción. Se puede preparar una pequeña lista para que haya cierto orden a la hora de disparar. De un modo u otro, no olvidéis que la familia más cercana debería ser la primera en posar con vosotros. Si tenemos una lista (un familiar cercano de ambas familias puede ir llamando a la gente) podemos organizarla de modo que las personas mayores pasen a continuación, seguidas de la familia más “formal”. Las fotos de amigos pueden ser perfectas para el último tramo. De este modo tendréis la sensación de que la sesión ha sido corta y fluida.

Un consejo que siempre damos a las parejas es que eviten, en la medida de lo posible, que las fotos de invitados se conviertan en una tortura china con grupos prácticamente repetidos en los que solo cambia una persona. Este año tuvimos una boda en la que las fotos de invitados duraron casi una hora y los novios no probaron bocado. El motivo fue ese; hubo decenas de grupos en los que sólo cambiaba una persona o una pareja, y de ese modo fue terriblemente largo para ellos. Esto puede suceder si dejamos que la gente se vaya colocando según van viendo hueco, algo que siempre se ha hecho pero que tiene sus riesgos.

Por nuestra experiencia sabemos que las listas suelen ser un poco ignoradas y a veces llevan a confusión, pero también sabemos que dan mejor resultado que la improvisación.

 

Fotos divertidas

 

Y llega el momento de posar. ¿Serios? ¿Sonrisa? ¡Cómo a vosotros os apetezca! Estamos en una boda para divertirnos, pasarlo bien y celebrar. Es lógico que las fotos con la familia y las personas más mayores sean un poco más “normales”, pero también os invitamos a buscar retratos divertidos con ellos. Lo mismo con los amigos, con los que podéis hacer una foto más “tradicional” y otra más divertida. Nosotros tenemos carrete de sobra. Lo importante es que os reconozcáis en esas fotos y seáis vosotros mismos.

La florista os hablará de cómo colocar el ramo. La gente os querrá colocar la cola del vestido (si la lleva) de una manera especial. Los invitados os harán mil bromas. Puede que os llegue a doler la boca de forzar una sonrisa… Nuestro consejo es que sólo hagáis lo que realmente os apetezca. No olvidéis que vosotros no habéis confeccionado el protocolo, así que si os lo queréis saltar estáis en vuestro derecho. No dejéis que el rato de las fotos se convierta en un latazo.

Hasta aquí nuestro resumen y experiencia sobre las fotos de invitados. Si vienes del párrafo tres te recomendamos que vuelvas al dos y te replantees el hecho de no hacerte fotos con tu gente el día de tu boda. ¡Seguro que al final te gustan! También las agradecerás cuando alguien falte y conserves para siempre esa foto que te hiciste el día más feliz de tu vida. Las fotos bonitas y artísticas son geniales, nos encantan, pero no debemos olvidar que las que de verdad importan son aquellas que transmiten sentimientos y nos unen a las personas; ese es el valor más importante de la fotografía.

Raquel y José Manuel

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