Boda en Palacio de Ceremonias + Hotel Hiberus – Raquel y Dani

Hoy tengo el placer de regresar con una boda en el Palacio de Ceremonias de Zaragoza y el Hotel Hiberus. Este enlace fue el primero de la temporada de bodas veraniegas y, por motivos que ahora contaré, uno de los más especiales del año. Los protagonistas de esta historia son Raquel y Dani, rockeros empedernidos, una de esas parejas que no pudo ocultar ni por un minuto su pegadiza ilusión por su gran día.

Raquel ha sido en 2018 un apoyo fundamental en mi trabajo como fotógrafo de bodas. Ella ha sido mi compañera en la mayor parte de los enlaces, la encargada de arrojar un poco de calma cuando se arremolinan las ideas y la que se ha llevado la mayor cantidad de bromas por pulular por las bodas con su bastón de Gandalf. (El flash fuera de cámara) ????

No puedo dejar de agradecerle, también por aquí, el enorme curro que ha realizado en 2018. ¡Volveremos en el 19!

Pero antes de quedar enganchada irremediablemente a la fotografía, ella y su chico vivieron el día más importante de sus vidas a principios de junio. Ni que decir tiene que para mi ha sido un inmenso orgullo ser el cronista de su bonita historia. Tras dos prebodas, muchas reuniones y temores por la dichosa lluvia, el día D llegó con más sol que nubes. (Puedes ver su primera preboda en Zaragoza pinchando aquí y su preboda en Pirineos pinchando aquí)

La cañita de Raquel en la terraza junto a la peluquería, agua para el fotógrafo, fue uno de los escasos momentos de calma a lo largo de la jornada. Raquel me confesaba que estaba tranquila, aunque uno, que ya la conoce bien, sabía que la profesión iba por dentro. En la pelu, junto a su madre y su suegra, fue dándose los primeros retoques para estar guapa y radiante como la que más.

Por su parte, en los domicilios de ambos, se vivió con emoción el proceso de vestir a los novios. Las risas se mezclaron con las emociones y las primeras lágrimas veían la luz. En casa de Raquel, el pequeño Lucas, su sobri, fue el chispazo dulce que toda boda necesita.

La lluvia se empeñó en acompañarnos durante el arranque y el final de la ceremonia, aunque, por fortuna, la pareja pudo vivir el momentazo de salir del Palacio de Ceremonias bajo una cortina de arroz y pétalos de rosa.

Tras ella, poco espacio tuvimos para hacer un reportaje de pareja en condiciones, apenas dos fotos con el coche nupcial y unos pocos disparos dentro del hotel. La Postboda estaba en la recámara y, con buen criterio, prefirieron marchar al cóctel para atender a sus invitados.

Caballetes rotos, bocinas de barco y cámaras instantáneas fueron algunas de las anécdotas que vivimos en la divertida cena. No faltaron los tradicionales cánticos ni los regalos para los más cercanos. El baile nupcial y la discoteca fueron el broche final

Una vez más, quiero dar las gracias a Raquel y a Dani por haber sido tan cariñosos, cercanos y por haber facilitado tanto mi labor como fotógrafo de su boda. Sé que vais a ser muy felices, y solo espero poder seguir a vuestro lado para poder acompañaros. ¡Sois grandes!

Al resto, muchas gracias por leer la entrada y por comentar o compartir si os ha gustado.

José Manuel